24.7.07

paisaje mío

En el paisaje quedó perdida. Por referencia a la vegetación andina supe que era una niña y no una anciana. Pero en lo inmóvil de la distancia ciega árida, quedó sembrada como un arbusto, observando que un tren se iba, aunque nadie le había enseñado eso de que las cosas se van. No había calle en el paisaje, pero se me antojó una calle de piedra en el año de 1959, esa calle porque aquí no pasa el tiempo, y porque aquella imagen no permanece, no quedó suspendida, no la robó mi lente. Mientras el tiempo de un tren se acelera, las horas se duermen en la vegetación de la prosa, y esa anciana que se llama niña, con sus ojos de arbusto y su ropa añeja, me ven como un tren de hierro, alejándose.

Me ha conmovido el silencio, el silencio cuando es pregunta, por eso uno se queda tan callado cuando admite la marea. Ante lo que ha callado, viene la imagen de un caballo negro, ese caballo que no hay en el paisaje de la niña, pero que sí hay en el paisaje que llevo, el que confunde las planicies en las vísperas de Madrid en primavera, con las que siempre decía mamá que fueron suyas, aquellas, no las que se ven, sino las que imaginamos detrás de los cerros, en las provincias de piedra.

(foto de Pablito Cambronero)